domingo, 15 de noviembre de 2020

“Ojalá pudiera acampar aquí, contigo, / que el tiempo no derrote esta luz cotidiana”

     A Jorge García Torrego lo conocí a través de Twitter. Era el verano pasado y Jorge había organizado un recital poético en el bar Alevosía para recaudar dinero a favor de la ONG Open Arms. Seguro que os acordáis, porque sigue pasando: las balsas que no paran de llegar buscando un futuro, los naufragios sucesivos y la muerte. Con la poesía como timón y los versos como balsa, Jorge García Torrego consiguió recaudar una buena cantidad de dinero para el Open Arms. Así se enfrentó él a la muerte que nos llegaba como noticias desde el Mediterráneo.

Ese gesto demuestra su humanidad, la de Jorge, tan necesaria en estos días. Una humanidad que, creo, es su raíz y su esencia, pues ahora nos lo vuelve a demostrar al publicar su nuevo poemario: Hogar. García Torrego ha escrito un libro de amor. También de desamor. Pero me importa poco esto último: el dolor –su ‘Naufragio’ en el libro-, pues el amor lo envuelve todo en esta casa que nos presenta Jorge. Nos da la mano y nos dice: ven; desde los platos, las mesillas de noche, el coche en ralentí sobre el asfalto, la espalda desnuda, las lenguas desatadas por la pasión. El amor, siempre el amor, por encima de las habitaciones o las noches o los días o los viajes o los nombres. Y ahí el dolor no llega, porque éste también vive en busca del amor. “Nunca, sin el dolor, podríamos haber amado así”, nos recuerda el poeta Joan Margarit. Nunca, sin el amor, amplío yo, podríamos haber vivido así.

Este Hogar tan cercano, tan de Jorge García Torrego,  tan suyo y mío, tan de todos nosotros, este hogar es el libro de amor que solo García Torrego podría haber escrito. Hay versos que se degustan: “Recorrer tu boca a ciegas con los ojos de la lengua, / te beso, te beso, te beso y estás aquí, / tan pegada ya”; hay versos que punzan la realidad precaria de nuestro tiempo: “Mil euros / alquiler, naranjas y leche de soja, / muebles encontrados en la basura, / convertidos en altares por nuestro amor que no entiende de / víctimas / y todo es una excusa, / un camino para encontrarnos”. Es el libro de amor que solo García Torrego podría escribir, digo, porque nos lleva de la mano por su casa, o nos saca afuera, a la calle, para decirnos: mirad, en este verano, bajo el sol, también está el amor y nosotros. Y en estos tiempos recios, donde cuesta suerte y eslogan comercial poder publicar, donde, sobre todo, la verdad pende de la verdad de los likes en las redes sociales, Jorge García Torrego se ha adentrado en ese pasillo, a veces semioscuro, que es la autopublicación. Todo para recordarnos el amor, amar. Y de qué manera. “Ojalá pudiera acampar aquí, contigo, / que el tiempo no derrote esta luz cotidiana”, dice en otro poema. Me quedo con eso. La esperanza siempre como victoria. En la derrota de la luz está la oscuridad, pero en la derrota del silencio están las palabras, la poesía. Esa es la victoria de García Torrego. Esa, y su Hogar valiente, sincero, por amor. Siempre el amor.