jueves, 11 de marzo de 2021

Las moscas y Troya

   España es un país deshecho políticamente; el ejemplo: el baile de fichas promovido ayer en Murcia, primero, y luego en Madrid y Castilla y León, y espere usted que no haya algún baile más, quizá derrape, porque en mitad de la marejada del coronavirus, ahora llegan ellos, los de siempre, aquellos representantes, supuestos, de la ciudadanía, y montan la hoguera de las confrontaciones -como la de ese programa de la televisión-. Y yo que pensaba que eso del coronavirus seguía ahí fuera, que la gente seguía muriendo, infectándose, en este país, en cada comunidad, esas que, parece, sus presidentes y presidentas quieren convertir en su pequeño reino para hacer y deshacer según su maniqueísmo ideológico. Porque eso es así, no se puede negar, el maniqueísmo ideológico. Nos vienen azuzando con él desde que empezó la pandemia; desde aquellos días que se nos dijo que estar encerrados durante 15 días, luego meses, en casa, era lo correcto (y por supuesto que lo era; se salvaron muchas vidas). Desde entonces, con la gente mirando la vida desde sus balcones, estos líderes y lideresas vienen azuzando al cotarro. Quizá no tengan otra cosa mejor que hacer. Quizá no sepan hacer otra cosa que prender la llama y que arda Troya.

  El terremoto político de estos días, el baile de figuras –yo llamaría así a estos políticos: figuras, en el peor sentido de la palabra, y ojalá estrellados-, nos ha devuelto a la normalidad. ¿Qué fue de la nueva normalidad, alguien se acuerda? Porque el hambre sigue haciendo cola ahí fuera; sigue habiendo personas sin cobrar el ERTE; sigue aumentando el paro; los jóvenes, preparados con una carrera, un máster, quizá un posgrado, quizá un doctorado, se suman a esa larga lista de desempleados. Y tantos y tantos problemas para los que, parece, no hay una solución a corto plazo, ni sé si quiera si a largo. Lo único que hay es estiércol político y miseria ética.

   Llegar hasta aquí ha sido fácil, porque en los medios de comunicación ya se venía facilitando la perorata política. En los últimos años, la falta de compromiso con la sociedad de la mayoría de voces periodísticas es de una impunidad que ya se está castigando. El sistema de medios de comunicación vive preso de su propio ombligo, como el hombre del mito de la caverna platónico; vive ahogado por una publicidad que ahora, con la pandemia, escasea y se cuenta por gotas. El sistema mediático está podrido y arruinado, y su ética es de un desconcierto apabullante. Se necesita un compromiso, y memoria, para estar pegado a la calle, a la sociedad; lo otro es blanqueamiento de moqueta y despacho, intereses mediáticos, manipulación. Y repito: el hambre sigue haciendo cola; mientras, arde Troya, la gente mira estupefacta, algunos aplauden el espectáculo, y todo empieza a llenarse de moscas.


No hay comentarios:

Publicar un comentario