''Antonio
Machado fue elegido miembro de la Real Academia. Pasados unos años
fue a Francia con su familia y allí vivió hasta su muerte''.
Evidentemente, Machado fue a Francia porque no tuvo otro
remedio: tras el fin de la Guerra Civil, y dada su condición de
republicano, tuvo que huir, se exilió. Esas palabras sobre Machado
están recogidas en un libro de texto destinado a los estudiantes.
Este es un ejemplo del penoso sistema educativo que existe en nuestro
país. Tras casi cuarenta años de democracia, los distintos partidos
políticos que han pasado por el Gobierno no se han dignado ni una
sola vez a crear un sistema educativo definitivo, cuya única
finalidad fuera enseñar a los estudiantes y no destrozar sus mentes
llenándolas de ideologías. Cada vez que un gobierno nuevo entra en
el círculo de poder, el sistema vuelve a cambiarse, y así hasta la
actualidad, donde prevalece una educación deteriorada, en la que la
cultura ha pasado a ser el último mono. Es triste, y vergonzoso.
De esta indignación surge el nuevo libro de Arturo Pérez-Reverte, La Guerra Civil contada a los jóvenes, con ilustraciones de Fernando Vicente. Un libro destinado a chicos de entre 11 y 16 años. Pero un libro que los adultos pueden leer también, pues nada ni nadie se lo impide. Reverte ha concebido este libro como una pincelada de nuestra historia más reciente, como un refuerzo a los libros de Historia. Es una obra que se lee con facilidad y que explica, brevemente y con puntuales detalles, los principales hechos que ocurrieron durante la Guerra Civil, así como las consecuencias de esta. Desde que tengo uso de memoria, y desde que soy lector, sobre todo de artículos, de Pérez-Reverte, he podido observar su preocupación por la educación que se imparte en España, y por cómo se traslada la Historia a los estudiantes. Reverte es un defensor del espíritu crítico. Cree que en una sociedad en la que existan ciudadanos críticos, el progreso del hombre se conseguirá de una forma más sencilla, más eficaz. Para Reverte, esos ciudadanos críticos se forman por medio de la educación; enseñando, por ejemplo, la Historia de un país. ''No hay que dejar a los jóvenes huérfanos de memoria'', dice el escritor.
Pérez-Reverte presentando uno de sus libros. |
Esa
preocupación por la educación la vimos ya el año pasado, cuando
Reverte publicó una edición
de El Quijote adaptada a los escolares. Este año, el académico
vuelve a hablarle a los más jóvenes en su libro sobre la Guerra
Civil, planteando el conflicto desde los hechos, sin entrar en
política. Pero claro -¿cómo no iba a pasar en nuestra España
querida?-, los asiduos al sistema establecido han saltado por ello, y
lo han hecho de la mejor forma que saben: echando bilis.
En
un artículo
reciente, el articulista David Becerra zarandea a Pérez-Reverte
como si fuera un objeto inerte, alegando contra él y contra su libro
todo tipo de argumentos que llevan a equívocos. Becerra afirma que
Reverte ''despolitiza la Guerra Civil convirtiéndola en un absurdo,
como si el pueblo español, en guerra constante contra sí mismo,
hubiera iniciado una guerra por su vocación sempiterna de no saber
convivir en paz''. Ante estas palabras, me planteo dos cuestiones.
Una, si Becerra realmente se ha leído el nuevo libro de Reverte; y
dos, si no conoce las ideas de Pérez-Reverte y por eso no se ha
enterado de lo que intenta el escritor con este libro. Reverte
cuenta, de forma sencilla -ya que su público objetivo, en este caso,
son los jóvenes-, unos hechos como los de la Guerra Civil. Yo le
recomendaría al articulista leerse el libro si no se lo ha leído
-ya que, por lo que dice en su texto, parece que no lo ha hecho- o,
en caso de que sí lo haya leído, que lo vuelva a hacer, pero esta
vez sin dejarse llevar por su ideología.
''Este
es un libro que no va a gustar a los extremos'', decía Pérez-Reverte
cuando lo presentó. Qué bien lo sabía. ''¿Por qué no se habla de
las causas políticas, que fueron las que en verdad desencadenaron la
guerra?''. Esa es la pregunta que se hace Becerra en su artículo.
Pues le voy a contestar, porque parece que él, Becerra, no ha
entendido nada. ''La Guerra Civil enfrenta al amigo con el amigo, al
vecino con el vecino, al hermano con el hermano''. Pérez-Reverte
quiere dejar atrás, de una vez por toda, el aberrante sistema del A
o B, de la derecha o la izquierda. El atroz sistema de las etiquetas,
que no son sino consecuencia de la Guerra Civil, y que llega hasta
nuestros días. Algunos parece que aún no entienden eso y se
empeñan en seguir metiendo cizalla para intentar callar a las pocas
voces lúcidas que quedan en nuestro país.
¿Quién
hay mejor que Arturo Pérez-Reverte para hablarnos sobre una guerra
civil? Él fue durante veintiún años corresponsal de guerra y vio y
vivió desde fuera lo que era que hombres o mujeres del mismo país
lucharan entre ellos por defender las absurdas ideologías que, al
final, solo traen problemas. Parece que algunos, en España, siguen
buscando un culpable de la Guerra Civil, siguen diferenciando entre
buenos y malos, rojos y fachas. Es absurdo, pero pasa, porque las
consecuencias ideológicas de la Guerra Civil continúan existiendo.
Aquellos que critican a Pérez-Reverte por este nuevo libro son los
que, aunque no lo crean, siguen con esa mentalidad errónea del que
no quiere ver: la de diferenciar entre tu bando y el mío, entre A o
B. Yo no soy nadie, pero me parece sucio que se manche la figura de
un señor como Arturo Pérez-Reverte y que se continúe con la misma
cantinela de siempre: etiquetas, bandos... Pérez-Reverte no publica
un libro de Historia. Publica un ensayo histórico, por así
definirlo; una obra que trata de enganchar al lector de once, quince,
veinte o cincuenta años para que este, una vez tenga esas pinceladas
en su cabeza sobre lo que ocurrió en la Guerra Civil, se convierta
en autodidacta, en investigador, e indague sobre el tema.
Parece
que en este país si no te posicionas no eres nadie. Arturo
Pérez-Reverte no quiere vender humo a los jóvenes con esta nueva
obra, quiere mostrarles una serie de hechos históricos para que
luego ellos abran su mente y averigüen, por su propio pie, qué pasó
en la Guerra Civil. Para algunos, Reverte será un
tipo sin pelos en la lengua, capaz de insultarnos y de decir, sin miedo, lo que piensa de los españoles y de España. Será un chulo, un faltón o un creído.
Pero ni mucho menos es un mentiroso o un falso, porque él, más que
nadie en este país, es de los pocos que se preocupa de verdad por
la educación y por la juventud, y La Guerra Civil contada a
los jóvenes es un ejemplo más de ello.
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