martes, 17 de noviembre de 2015

La misma cantinela de siempre

''Antonio Machado fue elegido miembro de la Real Academia. Pasados unos años fue a Francia con su familia y allí vivió hasta su muerte''. Evidentemente, Machado fue a Francia porque no tuvo otro remedio: tras el fin de la Guerra Civil, y dada su condición de republicano, tuvo que huir, se exilió. Esas palabras sobre Machado están recogidas en un libro de texto destinado a los estudiantes. Este es un ejemplo del penoso sistema educativo que existe en nuestro país. Tras casi cuarenta años de democracia, los distintos partidos políticos que han pasado por el Gobierno no se han dignado ni una sola vez a crear un sistema educativo definitivo, cuya única finalidad fuera enseñar a los estudiantes y no destrozar sus mentes llenándolas de ideologías. Cada vez que un gobierno nuevo entra en el círculo de poder, el sistema vuelve a cambiarse, y así hasta la actualidad, donde prevalece una educación deteriorada, en la que la cultura ha pasado a ser el último mono. Es triste, y vergonzoso.

De esta indignación surge el nuevo libro de Arturo Pérez-Reverte, La Guerra Civil contada a los jóvenes, con ilustraciones de Fernando Vicente. Un libro destinado a chicos de entre 11 y 16 años. Pero un libro que los adultos pueden leer también, pues nada ni nadie se lo impide. Reverte ha concebido este libro como una pincelada de nuestra historia más reciente, como un refuerzo a los libros de Historia. Es una obra que se lee con facilidad y que explica, brevemente y con puntuales detalles, los principales hechos que ocurrieron durante la Guerra Civil, así como las consecuencias de esta. Desde que tengo uso de memoria, y desde que soy lector, sobre todo de artículos, de Pérez-Reverte, he podido observar su preocupación por la educación que se imparte en España, y por cómo se traslada la Historia a los estudiantes. Reverte es un defensor del espíritu crítico. Cree que en una sociedad en la que existan ciudadanos críticos, el progreso del hombre se conseguirá de una forma más sencilla, más eficaz. Para Reverte, esos ciudadanos críticos se forman por medio de la educación; enseñando, por ejemplo, la Historia de un país. ''No hay que dejar a los jóvenes huérfanos de memoria'', dice el escritor.


Pérez-Reverte presentando uno de sus libros.


Esa preocupación por la educación la vimos ya el año pasado, cuando Reverte publicó una edición de El Quijote adaptada a los escolares. Este año, el académico vuelve a hablarle a los más jóvenes en su libro sobre la Guerra Civil, planteando el conflicto desde los hechos, sin entrar en política. Pero claro -¿cómo no iba a pasar en nuestra España querida?-, los asiduos al sistema establecido han saltado por ello, y lo han hecho de la mejor forma que saben: echando bilis.

En un artículo reciente, el articulista David Becerra zarandea a Pérez-Reverte como si fuera un objeto inerte, alegando contra él y contra su libro todo tipo de argumentos que llevan a equívocos. Becerra afirma que Reverte ''despolitiza la Guerra Civil convirtiéndola en un absurdo, como si el pueblo español, en guerra constante contra sí mismo, hubiera iniciado una guerra por su vocación sempiterna de no saber convivir en paz''. Ante estas palabras, me planteo dos cuestiones. Una, si Becerra realmente se ha leído el nuevo libro de Reverte; y dos, si no conoce las ideas de Pérez-Reverte y por eso no se ha enterado de lo que intenta el escritor con este libro. Reverte cuenta, de forma sencilla -ya que su público objetivo, en este caso, son los jóvenes-, unos hechos como los de la Guerra Civil. Yo le recomendaría al articulista leerse el libro si no se lo ha leído -ya que, por lo que dice en su texto, parece que no lo ha hecho- o, en caso de que sí lo haya leído, que lo vuelva a hacer, pero esta vez sin dejarse llevar por su ideología.


Mujeres republicanas disparando en la Guerra Civil.
''Este es un libro que no va a gustar a los extremos'', decía Pérez-Reverte cuando lo presentó. Qué bien lo sabía. ''¿Por qué no se habla de las causas políticas, que fueron las que en verdad desencadenaron la guerra?''. Esa es la pregunta que se hace Becerra en su artículo. Pues le voy a contestar, porque parece que él, Becerra, no ha entendido nada. ''La Guerra Civil enfrenta al amigo con el amigo, al vecino con el vecino, al hermano con el hermano''. Pérez-Reverte quiere dejar atrás, de una vez por toda, el aberrante sistema del A o B, de la derecha o la izquierda. El atroz sistema de las etiquetas, que no son sino consecuencia de la Guerra Civil, y que llega hasta nuestros días. Algunos parece que aún no entienden eso y se empeñan en seguir metiendo cizalla para intentar callar a las pocas voces lúcidas que quedan en nuestro país.

¿Quién hay mejor que Arturo Pérez-Reverte para hablarnos sobre una guerra civil? Él fue durante veintiún años corresponsal de guerra y vio y vivió desde fuera lo que era que hombres o mujeres del mismo país lucharan entre ellos por defender las absurdas ideologías que, al final, solo traen problemas. Parece que algunos, en España, siguen buscando un culpable de la Guerra Civil, siguen diferenciando entre buenos y malos, rojos y fachas. Es absurdo, pero pasa, porque las consecuencias ideológicas de la Guerra Civil continúan existiendo. Aquellos que critican a Pérez-Reverte por este nuevo libro son los que, aunque no lo crean, siguen con esa mentalidad errónea del que no quiere ver: la de diferenciar entre tu bando y el mío, entre A o B. Yo no soy nadie, pero me parece sucio que se manche la figura de un señor como Arturo Pérez-Reverte y que se continúe con la misma cantinela de siempre: etiquetas, bandos... Pérez-Reverte no publica un libro de Historia. Publica un ensayo histórico, por así definirlo; una obra que trata de enganchar al lector de once, quince, veinte o cincuenta años para que este, una vez tenga esas pinceladas en su cabeza sobre lo que ocurrió en la Guerra Civil, se convierta en autodidacta, en investigador, e indague sobre el tema.

Parece que en este país si no te posicionas no eres nadie. Arturo Pérez-Reverte no quiere vender humo a los jóvenes con esta nueva obra, quiere mostrarles una serie de hechos históricos para que luego ellos abran su mente y averigüen, por su propio pie, qué pasó en la Guerra Civil. Para algunos, Reverte será un tipo sin pelos en la lengua, capaz de insultarnos y de decir, sin miedo, lo que piensa de los españoles y de España. Será un chulo, un faltón o un creído. Pero ni mucho menos es un mentiroso o un falso, porque él, más que nadie en este país, es de los pocos que se preocupa de verdad por la educación y por la juventud, y La Guerra Civil contada a los jóvenes es un ejemplo más de ello.


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